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EL ESPEJO DE EUGENIA: Los rebeldes del futbol 1

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En una de las pocas alusiones que hizo al futbol, Jorge Luis Borges decía que lo único interesante que ese deporte tenía era el potencial enfrentamiento entre países improbables, en relación a la imposibilidad de una contienda bélica entre naciones distantes en su ubicación geográfica.

El futbol, sobre la base de la frase borgesiana, va a permitir ahora que México se enfrente, por fortuna solo en la gramilla, a Argentina, Polonia y Arabia Saudita, partícipes del grupo 2 del campeonato mundial. 

Las estadísticas, que aunque no juegan pesan, nos dan un saldo negativo. Con Argentina, la tierra de tres de las más grandes figuras en la historia: Di Stéfano, Maradona y Messi, hemos perdido los tres partidos mundialistas; con Polonia, que hoy tiene al goleador Lewandowski, y que tuvo entre los setenta y ochenta a Deyna, Tomasewsky, Szarmach, Lato y Boniek, caímos por 3 goles a 1 en 1978, gol de honor de Víctor Rangel; cabe recordar a Grzegorz Lato, máximo anotador del mundial de 1974, quien, en las postrimerías de su carrera, entre 1982 y 1984, jugó para los Potros del Atlante, el club popular de la colonia Roma.

Con Arabia Saudita la situación es favorable Dos goleadas en la Copa Confederaciones auguran una actuación satisfactoria, pero será la primera ocasión de una contienda en el marco de un mundial. Si se tratase del petróleo podría ser más fluida la relación, naturalmente con los límites determinados por la OPEP, no así con la tara vergonzosa y anti civilizatoria: el apartheid, marginación y vejámenes que sufren las mujeres saudíes, pero, hace cuatro siglos ya lo dijo Francisco de Quevedo en su corriente satírica: poderoso caballero es don dinero.

Al citar antes a la FIFA, no se puede ignorar la serie de escándalos y trapacerías que han enlodado a la máxima estructura del fútbol, que incluyen denuncias sobre sobornos del anfitrión del 2022 a dirigentes de distintas confederaciones. Hoy, con motivo de la guerra entre Rusia y Ucrania, la FIFA ha logrado lo que no pudo ni el Consejo de Seguridad de la ONU: aislar y prohibir la participación rusa. Más allá de la postura política que cada quien asuma respecto al litigio de la hora presente, devastador para la condición humana, lo curioso y paradójico es que, pese a que se han probado intervenciones, invasiones y bombardeos indiscriminados, con afectación a la población civil, el organismo jamás ni siquiera censuró a Israel o los Estados Unidos. Esa doblez moral, hijastra de la sumisión, es una afrenta.

Quien no se mueve no siente las cadenas, decía Rosa Luxemburgo, y cabe la cita al hablar de jugadores rebeldes que se enfrentaron, ya sea a las cúpulas administrativas o, en caso más riesgosos, a dictaduras feroces. De los dóciles no quedan ni huella ni leyenda, de los sediciosos hay mucha tela que cortar. 

Entre los insumisos, Eric Cantona, uno de los más grandes jugadores de Francia, quien ha enfrentado a la FIFA y a los poderes hegemónicos. Una de sus declaraciones, alentando a que la gente retire el dinero de los bancos para inducir a la quiebra de los usureros, desencadenó campañas mediáticas en su contra, que revivieron aquella patada propinada a un espectador que lo ultrajaba. El respondió con arrogancia al justificarse: mi mejor momento deportivo fue ese puntapié al hooligan.  Ahora, como actor de cine, continúa belicoso, generando polémicas a su paso.

Oleguer Presas, del Fútbol Club Barcelona, resignó un lugar en la selección española por su convencimiento en la independencia catalana y su convicción anticapitalista;  Mustafá Zithouni declinó alinear en la selección de Francia de 1958 y se enlistó en uno de los frentes de liberación argelino. No debemos olvidar aquella legendaria frase del premio Nobel de Literatura, Albert Camus, cuando al ser requerido para que defina la palabra patria, exclamó: patria es la selección de fútbol de Argelia.

La solidaridad no tiene ni color, región ni religión, dijo el gran defensa argentino del Inter de Milan Javier Zanetti, cuando apoyó con plata y figura al Frente Zapatista de Liberación Nacional; un párrafo especial merece el doctor Sócrates, excelso mediocampista brasileño, quien fundó la democracia corinthiana para oponerse a la dictadura de su país. Cuando transferido a Italia fue consultado sobre su opinión sobre los mejores jugadores italianos, declaró: No los conozco. Estoy aquí más que nada para leer a Antonio Gramsci en su lengua original y estudiar la historia de la clase obrera. 

En el Chile de Pinochet, el máximo ídolo del Colo Colo, Carlos Caszely, en un evento protocolario se negó a estrechar la mano del dictador. Su madre, la comunista Olga Garrido, había sido apresada y torturada por la DINA, tras estigmatizarla como subversiva y terrorista. Tras hacer campaña y lograr la victoria en la campaña del NO contra el fascismo, Caszely declaró: Para mí es un orgullo haber ayudado a que hoy Chile sea un país más democrático, un poco más feliz y menos oscuro.

Edison Astivia, que militó en León, Celaya, América y la selección mexicana, decía: los indígenas han estado a la sombra de este país. Han sido relegados, han sido pisoteados y ojalá se les de el valor real que tienen.  Para mí son la esencia de este país.  Creemos que la esencia del país es la gente productiva, la gente rica. Yo siento que es todo lo contrario. Tras el declive de su carrera, el infortunio, la pobreza, pensó muchas veces en el suicidio. Lo salvó el cristianismo. A diferencia de Astivia, que asumió que se ferió el dinero de manera irresponsable, el quinto beatle, el irlandés George Best, irreverente con la FIFA, genial en las cancha y la borrachería, llegó a ufanarse de su modo de vida: gasté un montón de dinero en coches, mujeres y alcohol. El resto, lo malgasté.

En próxima entrega hablaremos, a propósito del año del Mundial de Qatar, de otras figuras cimeras, no dominadas ni por la fama, la publicidad o los dólares, y, entre ellos, la máxima manifestación de rebeldía, Diego Armando Maradona.

Hay que repetir y repetir a Rosa Luxemburgo: quien no se mueve, no siente las cadenas.

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