El Espejo de Eugenia

El espejo de Eugenia: INOCENTES

La inocencia, del latín nocentia, descripción de la ausencia de culpabilidad, no ha sido obstáculo ni óbice para que los aparatos judiciales de todas las épocas castiguen al honrado y al honesto

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La Hagiografía de la tradición cristiana conmemora el 28 de diciembre el martirologio de los niños masacrados por órdenes de Herodes I, el Grande, aunque ninguno de los historiadores, ni siquiera el exhaustivo Flavio Josefo, menciona en la biografía del monarca un suceso de tal magnitud. Sucede entonces que la narrativa bíblica es la que puso en escena, con el Evangelio de San Mateo a la cabeza, aquel bárbaro acontecimiento. Más allá de la veracidad o mito de un episodio tan dramático, la santidad de los inocentes pasó de ser episodio trágico a celebración, así signada en el calendario litúrgico que abarca tanto los misterios de Jesús cuanto las fechas consagradas a la exaltación de los santos.

La inocencia, del latín nocentia, descripción de la ausencia de culpabilidad, no ha sido obstáculo ni óbice para que los aparatos judiciales de todas las épocas castiguen al honrado y al honesto. En la novela Quo Vadis, del polaco Henryk Sienkiewicz, situada en la época de Nerón, se narran los avatares de personajes complejos, entre ellos Chilón Chillónides, tribuno amoral que disfruta incriminando y sentenciando a inocentes, aunque, al final, es crucificado al arrepentirse de aquellos protervos actos, destino no compartido por los jueces Anás y Caifás, responsables de la crucifixión del más grande de los inocentes, Cristo.

El gran escritor neoyorquino Howard Fast publicó en 1951 su novela sobre la épica de la lucha de los esclavos, en la que el insurrecto Espartaco es el cautivo sedicioso, creyente en el orfismo tracio y miembro de las tribus dárdanas, héroe y mártir que dirigió la legendaria insurrección que hizo tambalear los cimientos de la Roma imperial. Espartaco, desaparecido en el río Silario tras sufrir años de ultrajes, esclavismo y persecución,  es un Lázaro justiciero, emblema que resucita cada vez que subversivos de cualquier tiempo y territorio izan su nombre, llámense sus invocadores, estirpe especial de almuédanos rojos y laicos, Rosa Luxemburgo o José Revueltas. Luxemburgo fue asesinada en 1919 por cuadrillas fascistas; Pepe, por su lado, purgó cárceles ignominiosas por su fervor espartaquista y quijotesco.

El proceso contra el capitán Alfred Dreyfuss, sobre la presunta participación del militar en la entrega de documentos confidenciales a Alemania, desencadenado por la prensa antisemita dirigida por Edouard Drummond desde su gaceta La Libre Parole,  motivó uno de los alegatos más famosos contra el lawfare, como conocemos hoy a la judicialización de la política y politización de la justicia. Se trató del célebre escrito Yo acuso, firmado por Emile Zolá.

Dreyfuss fue condenado en 1894 a cadena perpetua a ser purgada en la isla del Diablo, vecina a la Guayana Francesa, territorio obviamente colonial. Cabe anotar que el verdadero culpable de la traición, el mayor Esterhazy, una vez absuelto, fue aclamado por los sectores retardatarios, monárquicos y conservadores. Gracias a Zolá, y a millares de pacifistas, la sentencia fue revocada y la corte de casación anuló el juicio en 1906. El inocente purgó doce años de cárcel en condiciones infrahumanas.

El siglo XX reveló episodios de injusticias atroces contra inocentes, y en Estados Unidos de Norteamérica se perpetraron juicios abominables, como el que terminó con la muerte de Nicolai Sacco y Bartolomeo Vanzetti, obreros italianos acusados de pertenecer a una organización terrorista. El temor, terror y temblor del aparato político estadounidense ante la presunta arremetida del comunismo, fue la velada justificación para una sentencia abominable, tras violar todo proceso, con una trama de ilegalidades que fueran más tarde expuestas en obras de investigación, filmes y revisión judicial extraordinaria. El zapatero y el pescador murieron en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927, en suceso que haría decir al escritor Sinclair Lewis: La ejecución de Sacco y Vanzetti fue el crimen más impactante que se ha cometido en la historia estadounidense desde el asesinato de Abraham Lincoln.

Veintiséis años más tarde, 19 de junio de 1953, los esposos Julius y Ethel Rosemberg, pertenecientes a la Juventud Comunista Norteamericana, tras ser acusados de espionaje por David Greenglass, hermano de Ethel, fallecieron en la silla eléctrica en Ossining, Nueva York. Años después se comprobó la falsedad de la incriminación, motivada por el odio y la irascibilidad del hermano, quien confesó en 2001 que todo fue una trama macabra y que su propia acusación careció de fundamento alguno. Quedaron la rabia, la resignación, el desconsuelo, y los versos de José Pedroni, poeta argentino, quien cantó la tragedia asumiéndola como propia:

Yo tuve como Robby seis años inocentes,

y como Michael diez de risa despeinada.

Y tuve una madre triste. Nunca pensé

que nadie me la matara.

Nunca pensé que a una monstruosa silla

pudiera estar atada,

y que le dieran muerte cinco veces

hasta que de mí se olvidara.

(…)

Creen que te mataron y no es cierto.

Ya estabas libertada.

Has salido de viaje por el mundo.

Hoy entraste a mi casa.

Te sentaste a mi mesa sin hablar.

Eres eterna y blanca.

El mismo año, 1953, se fue del mundo uno de los mayores perpetradores de canallescos juicios a inocentes, Iosif Stalin. Las purgas, particularmente entre los años 1936 y 1938, fueron farsas judiciales que indujeron a confesiones de delitos inexistentes. Lo más granado y rojo de la nomenclatura leninista murió, llevando a la tumba el estigma de ser enemigos del pueblo. El jerarca, cuyas manos de pulpo llegaron hasta México para asesinar a Trotsky, pobló cementerios y gulags, totalitarismo que incubó el desastre histórico que significó la desaparición del inmenso país que ofrendó veintisiete millones de vidas para acabar con el fascismo.

Del nazismo y el fascismo habría que escribir tomos completos. Quizá la única referencia que aquí invoco sea aquella frase de Albert Einstein que sintetiza el horror: El crimen cometido por los alemanes es el más abominable que recuerda la historia de las llamadas naciones civilizadas. La conducta de los intelectuales alemanes -como grupo– no fue mejor que la de la multitud. Incluso ahora no hay signo alguno de arrepentimiento o de deseo real de reparar lo que se pueda después de tan gigantescos asesinatos.

La persecución a inocentes por los nerones de nuestros días continúa, con el auspicio y beneplácito de la misma prensa mercenaria de ayer, siempre al servicio de los poderes hegemónicos. El diario El Clarín, de Buenos Aires, se convirtió en el verdadero juez de Cristina Fernández de Kirchner, hoy sentenciada en primera instancia por supuestos delitos, en la realidad asociados a la imposibilidad de vencerla en las urnas; el juez Moro de Curitiba, más tarde puesto en evidencia por su participación en el gobierno de Bolsonaro, condenó a Lula Da Silva, quien purgó 580 días de prisión, tiempo en el cual, y merced a su inhabilitación, el fascismo se tomó el poder en Brasil; en Ecuador el ex presidente Rafael Correa, el vicepresidente en funciones Jorge Glas, y un sinnúmero de altos funcionarios, fueron condenados a ocho años de prisión y proscripción de la vida política, tras un amañado proceso con falsos testimonios que consiguió lo mismo que en los otros países: evitar un nuevo triunfo electoral de la Revolución Ciudadana; en Bolivia la derecha, los jueces corruptos y la prensa no solo derrocaron a Evo Morales y Álvaro García Linera, sino que la violación a los Derechos Humanos fue celebrada por fiestas paganas de las hordas fascistas.

28 de diciembre, Día de los Inocentes. No caben ni bromas, ni sarcasmos. La reparación no puede ser tardía. La mayor injusticia contra los inocentes es la condena la pobreza y miseria perpetuas. En el mito, la historia y el corazón, la guía para creyentes y no creyentes es el amor al prójimo, los latigazos a los mercaderes que profanaron el templo, y aquellas palabras de Cristo a sus discípulos que reverberan en la conciencia: Ya sabéis que los que en las naciones son considerados príncipes, las dominan con imperio. No ha de así entre vosotros.

Hoy, 28 de diciembre de 2022, la aldea palestina de Belén, donde nació Jesús y cuyo natalicio dio origen a la masacre de inocentes, está ocupada por soldados que hacen las veces de los sayones y centuriones del pasado. Dos mil ciento tres niños palestinos han sido asesinados. El calvario está vivo.

¿Queda alguna esperanza?

GM

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